miércoles, 23 de diciembre de 2009

Entrevista a Antonio Capel: podólogo y escritor

HABLANDO DE LIBROS. ANTONIO CAPEL: "EL DIVÁN TIENE LA CONFIDENCIA Y LA ESCUCHA"
Francisco Javier Illán Vivas.
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Antonio Capel Riera es murciano, aunque no niega la parte de sus raíces asturianas, ni su placer ante un buen caldo, posiblemente por ser nieto de bodeguero. Es especialista en Podología, pie diabético, cirugía y ortopedia del pie, diplomado en enfermería, fue presidente del Ilustre colegio oficial de Enfermería, momento al que mi memoria viaja para recordarle, cuando uno también se dedicaba a determinadas labores que le privaban de tiempo libre. Le gusta el riesgo: los deportes aéreos: paracaidismo y piloto. Fue vicepresidente de la Federación Aérea de la Región de Murcia.

Él nunca olvida sus raíces, en sus apellidos encontraréis a futbolistas conocidos, y puede que por ello su camino profesional le haya llevado hasta colaborar con el Real Murcia. A raíz de ser finalista en el I concurso de Microrrelatos sobre abogados, convocado por el Consejo General de la Abogacía española, le llevó a escribir con más asiduidad. Fruto de ello, “A sus pies”, publicado por Diego Marín en 2008, su primer libro, con portada de MAN, donde nos presentaba 25 divertidas historias, calificadas como tan reales como la vida misma. Charlamos con él tras la publicación de su nueva novela, "La rumba que llegó del frío ", próxima a aparecer la segunda edición.

Pregunta.- La primera pregunta es casi obligada, ¿qué hace un podólogo como usted en un sitio como éste?

Respuesta.- Compatibilizar mi profesión con mi afición principal, que es la de escribir. Tal como lo hacen tantos otros profesionales, que independiente de su profesión se dedican a escribir cuentos, novelas, guiones de cine, etc.,…para escribir sólo hay que tener ganas, recuerdos o imaginación.

P.- Por que no me negará que de su actividad profesional y personal se podía esperar de todo, incluso la literatura, libros de ensayos, científicos. Pero posiblemente lo menos era un libro de relatos como A sus pies.
R.- Un amigo psiquiatra me dijo que el diván del psicoanalista y del podólogo tienen una cosa en común: la confidencia y la escucha. Grandes escritores son ‘escuchadores’ de sus pacientes, es el caso de Jorge Bucay y algunos más… En casi treinta años de profesión han transitado muchas historias por mi consulta, unas amargas, otras felices o divertidas y otras inconfesables…”A sus pies” relata precisamente parte de ellas.

P.- Si ya sorprendió con el anterior libro, ahora nos presenta una novela, picaresca y sensual: La rumba que llegó del frío.
R.-Bueno, es mi primera novela larga… algunos escritores consagrados jamás han escrito una novela; se han decantado por los relatos, cuentos, ensayos…yo me muevo entre los relatos y la novela; depende mucho el argumento. Valoro si la trama se acomoda a un relato o a una novela.

P.- ¿Cómo surge en la mente del autor una historia como la que nos narra en la presente novela?
R.- De la vida misma, de la misma manera que tengo en mente las próximas que verán la luz si Dios quiere, hay una treintena de historias esperando; sólo es cuestión de tirar del hilo, y que el ovillo se trasforme en un libro.

P.- Me gustaría saber cuánto hay de Antonio Capel en Antonio Ortíz del Castillo.
R.- Nada y mucho; porque Antonio Ortiz del Castillo es un ser humano como cualquiera de nosotros, con problemas, sueños, deseos, ganas de vivir y disfrutar. Por ello, el personaje en sí es una simbiosis de varios individuos.

P.- Supongo que todos esos lugares que cita en Cabo de Palos, Benidorm, etc. existen. A mi me gusta creer que cuando los escritores que tenemos más cercanos, cuando crean personajes como el chef Sebastián, como Juan Martínez, como Capullito de Huelva, están citando a personajes reales o a heterónimos de ellos.
R.- Este tipo de novela, para que seduzca, debe tener lugares y personajes reales; lo demás es pura coincidencia. El lector es quien puede o no identificarse con algún personaje o situación.

P.- Otra curiosidad. ¿Por qué el Hospital General? Normalmente cuando se piensa en médicos, en personal sanitario, viene a la cabeza el hoy llamado Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca, la siempre conocida como Ciudad Sanitaria. Y si no es ese, el Morales Meseguer.
R.- En este caso surgió así, pero la historia pudo tener otro escenario, como ser un Colegio Mayor, Centro Universitario, empresa, fábrica o en unos grandes almacenes; donde hay mucha gente trabajando, siempre hay historias rocambolescas, y en este caso fue en cualquier gran hospital.

P.- En esta novela hay un loa a la sangría: desarrolla la fantasía, acrecienta la alegría, hace lúcida la memoria y aleja la melancolía. (Pág. 22)
R.- En efecto, cuando el vino esta por medio aparece la alegría, desinhibición, la despreocupación, la imprevisión, la frescura, la pachorra…

P.- “Previene ataques cardiacos al estimular el sistema cardiovascular, favorece las defensas del organismo, se ha relacionado con el aumento de los anticuerpos, en especial la llamada inmunoglobulina A, lo que protege contra gripes y otras infecciones... Otra ventaja es que alivia los dolores, ya que se libera la hormona de la oxitocina y se elevan también los niveles de las endorfinas... "(Pág. 180). ¿Tan sano y saludable es y se receta tan poco?
R.- Dicen los sexólogos que en España están aumentando los síntomas de inapetencia o desinterés por el sexo y que lo peor es que los jóvenes no incluyen esa actitud entre sus problemas de pareja, porque no lo consideran como tal. Afirman que se sigue hablando mucho de sex, pero no se practica.
Las imágenes sexuales nos inundan: anuncios de televisión cada vez más eróticos, las modas, el cine, la música, la forma de vestirse... y a lo mejor es esa la causa de que la gente se haya acostumbrado a tenerlo tan fácil y a todas horas que no les llama la atención. Es lo que dice un prestigioso sexólogo.
Quizá, la situación tampoco ayude mucho. Son malos tiempos para la lírica, como dice la canción. Si la gente está preocupada porque ve peligrar su estabilidad, el sexo pasa a un segundo plano, se convierte en una vía de escape. Me pregunto cómo es el sexo en las situaciones extremas. ¿Se esfuma? ¿Se mantiene? ¿Se atenúa? ¿Se ausenta?























P.- Interesantes preguntas, motivo de otra extensa entrevista. Por cierto, como cita lo de determinadas gripes, ¿cree que podría proteger contra la H1N1?

R.- Mucha gente sabe que una manera de luchar contra los procesos gripales desde tiempos remotos, ha sido con la ingesta de mezclas calientes de bebidas alcohólicas con frutos y reposo en cama para sudar, en general con buenos resultados. Esta práctica ancestral ha llevado a refranes que reflejan la sabiduría popular: al catarro, con el jarro; el vino en jarro, cura el catarro; a catarro gallego, tajada de vino, o el más indicativo, probablemente oriundo de Entrena (La Rioja), "pal catarro, pluma y jarro". Estos refranes, reflejo de la observación y experiencia popular, están de acuerdo con los hallazgos científicos actuales del efecto beneficioso del consumo moderado de vino tinto contra las infecciones virales. Respecto a la pregunta anterior, ojala protegiese contra ella.

P.- En un mundo donde la hipocresía parece que se abre paso, aunque sea con el nombre de “políticamente correcto”, hay expresiones e ideas en su novela que son, desde luego, muy poco políticamente correctas. (Pág. 19, Pág. 101, y otras). ¿Cree que es posible escribir una novela picaresca, sensual, sin citar a las cosas por su nombre popular?
R.- Bueno, aquí me ciño a lo que dijo en su día Umberto Eco y Luis Sánchez de Movellán de la Riva: El escritor aborda las contradicciones en que se incurre al cambiar algunas palabras por otras políticamente correctas, cita algunos ejemplos grotescos y finaliza con más de un centenar de términos “bonachones para insultar al adversario”.
Lo políticamente correcto es un auténtico movimiento de ideas nacido en la universidad americana, de inspiración liberal y radical y, por lo tanto, de izquierdas, en pro del reconocimiento del multiculturalismo y para reducir algunos de los radicales vicios lingüísticos que establecían líneas de discriminación hacia las minorías. Por eso, se comenzó a decir “blaks” y, después, “afroamericanos”, en vez de “negros”, o “gay” en vez de los múltiples y conocidos apelativos despreciativos reservados a los homosexuales.
Naturalmente, esta campaña en pro de la purificación del lenguaje produjo su propio fundamentalismo, hasta desembocar en los casos más vistosos y ridículos. Como el de algunas feministas que propusieron no decir más “history”, porque, por medio del prefijo “his”, se hacía pensar que la historia fue sólo “de él”, sino “herstory”, historia de ella, ignorando, obviamente, la etimología greco-latina del término, que no implica referencia de género alguna.
Pero la tendencia de lo políticamente correcto asumió también aspectos neoconservadores o francamente reaccionarios. Si se decide llamar a las personas que van en silla de ruedas ya no minusválidos, sino discapaces o “capaces de otra forma”, pero después no se les construye rampas de acceso a los lugares públicos, evidentemente, se obvia hipócritamente la palabra, pero no el problema.
Y lo mismo vale para la sustitución del parado por “el que no hace nada a tiempo indefinido” o el de licenciado por “aquel que se encuentra en transición programada entre cambios de carrera”. ¿Por qué los banqueros, en cambio, no se avergüenzan de su definición y no insisten en ser llamados operadores del sector del ahorro? Si te cambian el nombre es para olvidar que algo no funciona. Sobre estos y otros problemas parecidos se detiene Edoardo Crisafulli en su libro Lo políticamente correcto y la libertad lingüística, donde pone al descubierto todas las contradicciones, los pros y los contras de esta tendencia. Y, a demás, es un libro muy divertido. (…) A fuer de contribuir también y a la suavización de lo políticamente incorrecto y tras haber consultado una serie de diccionarios incluso dialectales, me permito sugerir algunas expresiones a fin de cuentas bonachonas para insultar al adversario. (…)
Luis Sánchez de Movellan dice: Asistimos a un nuevo período de intolerancia. (…)
El origen de lo políticamente correcto coincide con el fracaso de las ideologías de izquierda a la hora de racionalizar la igualdad social. El mundo de la cultura fue su reducto y desde ahí diseñaron la corrección política como un intento e imponer la igualdad social a través de la imposición de un lenguaje no discriminatorio. Es decir, al no lograr cuajar una revolución ideológica – y mucho menos política – el izquierdismo progresista estadounidense inventó una revolución semántica.
La extensión hoy de lo políticamente correcto se ha convertido en una enfermiza ocultación de la realidad a través del lenguaje eufemístico. (…) Ejemplos: flexibilidad de plantillas, por despido barato; atender a un objetivo, bombardeo masivo; daños colaterales por víctimas civiles; interrupción voluntaria del embarazo por aborto… Esta psicología de la autocensura y de la configuración de grupos sociales negativizados corresponde a la cultura protestante. (...) La progresía estadounidense no ha podido desprenderse de una cultura forjada en el puritanismo más atroz capaz de buscar signos sociales de los predestinados a la salvación y los predestinados a la condenación. Los partidarios de la corrección política que se presentan como liberadores de los discriminados, acaban por imponer de forma intolerante su estilo vital e intentan legitimarlo democratizando sus vicios y errores intelectuales. Toda esta jerga de la corrección política es una manifestación, sutil y benigna, de lo que profetizó Tocqueville como modelos de tiranía democrática.
Y el ejemplo más reciente es hablar de “personas de la tercera edad” cuando nos referimos a los ancianos.

P.- ¿Quiénes son Los Pelayos?
R.- Pelayo, es una familia que desde principios de los 90 ganó varios cientos de millones de pesetas en ruletas de todo el mundo. Aplicaron un sencillo sistema de forma metódica, con miembros del equipo (casi todos familiares) que durante semanas tomaban números, mientras otros apostaban posteriormente. El Clan de los Pelayos ganó mucho dinero en el Casino de Madrid, en Barcelona, en Canarias... y en Amsterdam, en otras ciudades europeas y prácticamente en el resto del mundo, incluyendo Las Vegas y Australia. Las ganancias se elevaron a más de 250 millones de pesetas durante tres años a principios de los 90. Los casinos, obviamente, tomaron sus contramedidas cuando descubrieron a los sistemistas, cambiando las ruletas de sitio, de modelo o intercambiando piezas de unas a otras.

P.- Aún siendo una novela picaresca, como hemos citado anteriormente, relata usted una situación tan real como la vida misma: la conversación entre Antonio Ortíz y el director de la entidad de ahorro cercana a la Catedral de Murcia: y no nos queda otra que dar la patada a la banqueta. (Pág. 320)
R.- Así es; son las conversaciones diarias que se oyen en cualquier café. Existe mucha gente “ahorcada” de por vida por la crisis económica. Muchos ha perdido sus viviendas, incluso han desahuciado a los avaladores por no poder responder al que garantizó en su momento. Algunos son jubilados que los han echado a la calle por avalar al hijo…esa es la “patada a la banqueta”. La banca carece de sentimientos…vendiendo esa desgracia al mejor postor, que casi siempre es un inmisericorde ricachón…

P.- No puedo evitar preguntarle: ¿es posible modelar la incertidumbre?
R.- Esa es una pregunta para un erudito en Matemáticas; por lo que yo sé, sí que se puede, pero es una tarea muy compleja a base de fórmulas; pero en su día Einstein ya “modeló” con su Teoría de la Relatividad.

P.- Permítame ahora unas preguntas más generales. ¿Cuándo escribe usted? Se lo pregunto por que tengo entendido que su agenda profesional está comprometida con un par de meses, vamos, como si fuese ese chiringuito de la sierra de Antas.
R.- Gracias a Dios así es; tengo pacientes de tres generaciones. Atiendo mi agenda profesional en un horario determinado y el tiempo restante lo dedico a lo que me gusta, lo que me divierte, escribir, por ejemplo.

P.- ¿Usa mucho la papelera? Se lo pregunto por que en una anterior entrevista Blanca Andreu nos decía que publicar un libro al año a toda costa para estar en el candelero va en detrimento de la obra, que ella usa mucho la papelera: hay que pensárselo mucho para poner en el papel algo que merezca la pena ser leído.
R.- Yo no pretendo estar en el candelero a toda costa, y tampoco me preocupa en pensar mucho en lo que hay que poner en el papel. Yo escribo para mi, por placer y repito la frase de la escritora Patricia Haightsmith, que dice: “al escribir un libro, a la primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo. Si eres capaz de divertirte durante el tiempo que te lleve escribir el libro, más adelante también divertirás a los editores y a los lectores”

P.- Anuradha Roy, la escritora hindú, declaró que escribir es al mismo tiempo un regalo y una opresión. ¿Cómo lo ve usted?
R.- Muy claro, tanto que me siento identificado con esa expresión… por la gran responsabilidad que encierra.

P.: Haruki Murakami dijo una vez que escribir novela es un reto, escribir cuentos un placer, que es la diferencia entre plantar un bosque o plantar un jardín. ¿Cómo lo ve Antonio J. Capel Riera?
R.- Puede que sea más trabajoso hacer una novela por lo extenso, pero si se tiene en la cabeza la idea clara, se convierte en un juego divertido; el cuento requiere más concentración, y también cuesta lo suyo.

P.: Y como esta sección se llama Hablando de Libros, el futuro de los mismos, ¿cómo lo ve el podólogo?
R.- Los medíos de comunicación dicen que se lee más por la crisis, y algo debe haber de cierto. Yo recuerdo que el gran tenor canario Kraus dijo que en la extinta Unión Soviética, la miseria la mitigaban con cultura; y yo lo comprobé al realizar un viaje a la fría Siberia; en las esquinas, en bares, recepcionistas, etc…estaban casi todo el día inclinados con las manos tapadas por el frio; y lo que estaban haciendo era leer viejos libros desgastados, que los cuidaban con mimo. Mitigaban su desconsuelo con la cultura.

Ha sido un placer charlar con usted sobre La rumba que llegó del frío. Muchas gracias.

Francisco Javier Illán Vivas. Hablando de libros.

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